Tanto el Yoga como la Psicología estudian la mente pero... ¿Cuál es el papel de cada disciplina?
El orientador indio y profesor de Yoga Ajay Kalra arroja luz sobre este tema:
En mi viaje de crecimiento personal hay dos escuelas de pensamiento que han contribuído inmensamente: el Yoga y la Psicología. Ambas examinan la mente. Mientras que el Yoga habla de superar las limitaciones de la mente, la Psicología se centra en entenderla. Yo los veo como el padre y la madre. Permítanme que les explique.
El Yoga es el padre. Normalmente establece límites para el comportamiento creando disciplina. No está interesado en gustos y preferencias. Lo que él quiere es acción comprometida y dotada de sentido. Emociones, impulsos y sensaciones deben ser superadas si se interponen en el camino de nuestro deber. El consejo de Krishna a Arjuna en un momento de debilidad durante la guerra fue: "Cumple con tu deber Arjuna. Un karma yogui debería luchar tratando la victoria y la derrota por igual. Incluso la muerte en el cumplimiento del deber conlleva felicidad". El Camino de los Ocho Pasos del Yoga (Asthanga) comienza con Yamas y Niyamas - Qué no hacer y qué hacer. Auto-restricciones y cumplimientos. Los principios son universales. No cambian de persona a persona.
La Psicología es la madre. Generalmente escucha, empatiza e incluso al retarte, lo hace de manera amable. Está interesada en escuchar tu historia personal. Qué te ocurrió, cómo te sentiste, cómo te afectó, qué dolor y pena albergas en tu interior. Te ofrece espacio para expresar tus emociones y te alcanza gentilmente unos pañuelos con los que enjugar las lágrimas. "Las dificultades durante mi vida generaron empatía - Pude conectar con el dolor, con ser abandonada, con tener gente que no me quisiera" dice Oprah Winfrey explicando cómo sus desafíos personales la ayudaron a ser capaz de crear espacios de sanación para los demás. La madre no dicta principios. Te da consuelo y te ayuda a encontrar tus propias respuestas.
Habiendo experimentado ambas escuelas de crecimiento personal he observado que a menudo los que siguen una de ellas desconfían de la opuesta. La gente que tiene una inclinación más espiritual tienden a mirar a la Psicología como a una hermana pobre. Sienten que tienen acceso a la Sabiduría última y que el auto-análisis sólo conduce a la parálisis. Por otro lado, las personas más psicológicas ven a las personas espirituales con cierto cinismo. Quizás considerando todas las actividades espirituales como orientadas a la fe y carentes de base científica. En mi opinión ambas perspectivas tienden a "tirar al bebé con el agua del baño". Menospreciar una actividad o filosofía sin haberla comprendido o experimentado en profundidad es señal de una forma de pensar superficial.
Comencé mi viaje de auto-conocimiento a través del Yoga. Él me aportó control sobre mi impulsiva mente. También me dio sentido de propósito y dirección. Cultivó mi fe en un poder superior. Sin embargo, no atendió a mi bagaje emocional. Me refiero a mis traumas de la niñez, emociones sin expresar y la comprensión psicológica de mi perfil interno mental-emocional. En mis ansias por seguir los dictados del Yoga y alcanzar una mente estable, suprimí mi ira y mis impulsos. Quizás tenía miedo de expresar mi lado impulsivo. Esto me llevó a una explosión emocional que barrió todos mis ideales yogui.
Me moví entonces hacia la Psicología en busca de respuestas. Experimenté diferentes tratamientos psicoterapéuticos para resolver mis problemas emocionales. Esto resultó en una buena dosis de conciencia de mi marco psicológico y patrones emocionales. No obstante, no existía fin para el proceso de auto-análisis y curación. Algo dentro de mí anhelaba propósito y dedicación. Algo que el Yoga me había aportado. Fue en aquél momento cuando visité The Yoga Institute.
Actualmente soy capaz de apreciar el valor del Yoga y la Psicología por lo que cada una tienen que ofrecer. Personalmente para mí ambas son necesarias. El Yoga atiende la dimensión trascendental de mi existencia, mientras que la Psicología le habla al lado humano de mi persona. Humanidad y divinidad son partes integrales de mi ser y van mano a mano. He comprendido que no puedo aspirar a lo trascendente ignorando lo humano que hay en mí. Tampoco puedo escoger lo impulsivo, lo emocional y lo falto de propósito en nombre de mi humanidad. Es necesario un equilibrio. Sólo puedo disfrutar la libertad de ser humano si aprendo a disciplinarme gracias a los principios universales del Yoga. A diferencia de antes, cuando suprimía mis emociones por miedo, he aprendido a canalizar mi energía emocional con conocimiento y aceptación. Encontrar formas creativas y seguras de expresar las emociones es un elemento clave para el bienestar emocional. Vivir una vida con propósito proporciona una dirección a la energía emocional que de otra manera se vería disipada en acciones impulsivas.
Dicho esto, hay algo que el Yoga ofrece y que echo en falta en la Psicología: La fe. El Yoga te anima a creer en una realidad bondadosa más elevada. Rendirse a ella. A diferencia de la religión, el Yoga no insiste en que creas en un Dios. Explica que la fe en un poder más elevado es una forma eficaz de gestionar la ansiedad de la mente. Te ofrece herramientas para cultivar la fe. Aunque como terapeuta no siempre aconsejo a mis pacientes que tengan fe en algo superior, como profesor de Yoga lo recomiendo con toda el alma.
Al final mi viaje a través del Yoga y la Psicología me llevó al otro lado de la valla. Me convertí en profesor de Yoga y terapeuta. Cuando enseño Yoga visto el sombrero del padre. Cuando estoy ofreciendo consejo el chal de la madre. Ambos papeles se complementan. Un niño necesita la disciplina y el propósito de un padre y la calidez emocional de una madre para un crecimiento pleno. La vida ha completado el círculo.